Estaba sentada mirando la corriente del río.
Un suelo extraño, marcado por pisadas diferentes, más o menos desgastadas. Un terreno perfecto para degustar. Quería meter dentro de esas hojas todo lo que sus sentidos estaban percibiendo, sin dejar nada fuera. Saboreó sus labios salpicados de Bourbon, y escuchó el crujir de las hojas. Sintió su presencia ahí, justo detrás de ella, y respiró tranquila. Lo que más les gustaba, a los dos, era el calor de la piedra bajo la palma de las manos, rozar con la punta de los dedos el agua congelada y meter el sol en los huesos. Llevaban horas haciéndolo.
Cuando se abrazaban, una pequeña brisa les envolvía. Sus manos se buscaban, encontrándose detrás de la espalda, mientras las zapatillas (y un calcetín extraviado) les observaban discretamente desde el principio de la orilla. Y con los ojos cerrados los sentidos se disparaban.
Cuando se abrazaban, una pequeña brisa les envolvía. Sus manos se buscaban, encontrándose detrás de la espalda, mientras las zapatillas (y un calcetín extraviado) les observaban discretamente desde el principio de la orilla. Y con los ojos cerrados los sentidos se disparaban.
Primero su olfato tropezó con su pelo, marrón, ondulado, allí hundió su nariz deseando bucear dentro. A ella le encantaba esa mezcla de olores. Después respiró en su cuello, profundamente, y sus bocas se encontraron segundos después. Y ya no recordaba cuánto tiempo llevaban entrelazados, respirando el mismo aire, unidos por dentro. Sus dedos dibujaban en la espalda, haciendo círculos, rozando la nuca...
Ella ya no pensaba en la dureza de las rocas ni en peligrosas subidas y bajadas. La montaña era de ellos, y decidieron convertirla en olores, sabores, y silencios. Y por primera vez su mente no viajó. Su mente decidió quedarse en ese lugar, descubriéndolo, amando los rincones.
Ella ya no pensaba en la dureza de las rocas ni en peligrosas subidas y bajadas. La montaña era de ellos, y decidieron convertirla en olores, sabores, y silencios. Y por primera vez su mente no viajó. Su mente decidió quedarse en ese lugar, descubriéndolo, amando los rincones.
Y horas después pintaron la Osa Mayor en el cielo, y Orión les miró, tumbados boca arriba codo con codo. Y después todo se sacudió y empezó a temblar.
Terminó de leer su cuaderno y lo cerró, apretó bien fuerte sus párpados. Y supo que cada vez que le rozara el olor de esas páginas, podría volver a transportarse a ese lugar.
Terminó de leer su cuaderno y lo cerró, apretó bien fuerte sus párpados. Y supo que cada vez que le rozara el olor de esas páginas, podría volver a transportarse a ese lugar.
8 comentarios:
Que manera tan dulce de reflejar un recuerdo. Me encantó.
Tienes un blog muy bonito. Volveré para leerte.
Saludos.
...
[Ya casi puedo leerlo con los ojos cerrados, es mi pasaporte hacia esos lugares, ese tiempo, y esas intensas sensaciones.]
(Can't explain with just words.)
Es muy bello lo que escribes, Campanilla. No hay dudas: tu alma debe ser muy bella también y es mucho, muchísimo...otra semilla para la esperanza.
Un abrazo y muchas gracias por tu mensaje en mi ventana.
REL
siesque a quien se le ocurre... xD
precioso texto =)
besitos domingueros
'la montaña era de ellos y decidieron convertirla en olores'
no se cómo lo haces pero siempre consigues hacerme sonreir.
y es que los olores a veces nos traen demasiados recuerdos..
gracias nena.. me encanta pasar por aqui.
eres diferente escribiendo, me gusta ;)
un besico
sumida en un mar de dudas...
bajo la gran ola de la indecisión
viendo muy lejos la luz
intentando salir a tomar aire
notando como el viento hace chocar la arena contra mis ideas...
la marea se lleva mis torres
......ojalá pudiera estar dentro de esa foto
ya sabes que estoy ahí... que te quiero... pase lo que pase... aunque sea el tiempo... aunque sea mucho...
qué canción más rareja
muchas gracias pequeña! =)
Como si me hubiera tomado un bourbon me encanta sabes, es una bebida muy especial, como tu, eres única.
Besos
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