viernes, 3 de diciembre de 2010

Volunteer

- ¿Y bien, algún voluntario?

Silencio. Una mano se alza al fondo de la sala. Sorprendidos se encuentran pares de ojos. Las bocas susurran, cerca, muy cerca de los oídos.

- ¿Sí?

Silencio otra vez.
Agudo, estridente, molesto.

- Disculpe, ¿a qué hora dijo que podíamos irnos?

No llores,
no es ahí
donde nace la tristeza.