jueves, 30 de abril de 2009

Mojo Pin




No sé como explicarte...

Déjate mover por dentro.

Y luego,

si quieres,

empezamos a conocernos.

lunes, 27 de abril de 2009

Instrucciones para salir del cuerpo

1. Desnúdese.

2. En caso de tener frío, o mucho calor, cierre o abra la ventana.
Preferiblemente mantenga la ventana abierta.

3. Apoye la espalda contra la pared, siéntese en el suelo. Túmbese.
Elija lo que elija, sobretodo siéntase cómodo.

4. Olvide los espejos de su casa, rómpalos si lo considera necesario.
Los reflejos no son más que distracciones, totalmente prescindibles para esta tarea.

5. Apague el teléfono móvil.
Desconecte de trabajo, de amigos, familiares.
De usted mismo.

6. Ríase, llore, grite cuanto quiera.
Experimente con sus propias emociones.
Descubra sus límites sin miedo a que le tachen de loco.

7. Cuando haya liberado toda la tensión, imagine un espacio vacío.
Un espacio en que recuerdos, preocupaciones y reflexiones queden absolutamente excluidos.

8. Escoja una canción que contenga, al menos, tres de sus instrumentos favoritos.
Una vez lo haya hecho (tómese el tiempo necesario para elegirla), gire la rueda del volumen ciento ochenta grados.

9. Cierre los ojos y respire despacio.
Concéntrese.
Escuche.

10. En caso de duda, consulte el paso número 1. y repita todo el proceso las veces que considere oportunas.

sábado, 25 de abril de 2009

Día 2

"Hey Babe, take a walk on the wild side,

Said hey honey, take a walk on the wild side"



miércoles, 22 de abril de 2009

Día 1

Vuelvo a hacia la cueva. En ella las paredes se agrietan a medida que pasan los días en la Tierra. La roca se retuerce y escucho un fuerte Crocccc en los tímpanos. Un sonido estridente que apenas dura un instante, pero basta para que penetre hasta el centro de mi pecho sin un atisbo de piedad.
Me destroza.

...¿Es posible deshacerse en partes?

Avanzo con mis torpes manos ciegas, mis pies descalzos, llagados por la injusticia de este suelo, hasta el fondo de la cueva, el lugar que se me antoja tan cálido como solitario.
En todos y cada uno de los recodos tuve la sensación de que hubiera dado mi vida, mis huesos, todo,
por haber aprovechado hasta el último rayo de sol que se extendió sobre la Tierra.
Hubiera querido escuchar una última vez el silencio...
El silencio.
Qué privilegio.



Y en medio de esta oscuridad vuelve ella...

Lloro.
El hambre está comenzando a eliminar recuerdos.
Y mi cuerpo, mecánico y aislado,
débil engranaje de músculos dormidos,
mi cuerpo,
la única parte consciente en mí,
él último lugar que albergó vida,
decidirá el momento de marcharse.




A G. ,
"Lo peligroso que tiene la vida, es no hacer nada"

miércoles, 15 de abril de 2009

Maps


Saco el mapa de la mochila. Un mapa de mi ciudad. Lo miro y pienso que llevar un mapa de calles sin orden entre las manos es suficiente para que uno se sienta extranjero.
Levanto la vista del papel y me encuentro de frente con Jorge Drexler, que sujeta el móvil con la mano izquierda, me mira de perfil. Con la otra mano mueve suavemente, hacia delante y hacia detrás, el carrito desde el que me sonríe una niña de ojos inmensos.
¿Es él? , ¿realmente es él?
Dudo si preguntarle cómo ha podido escribir canciones tan bellas, decirle que yo he llorado escuchándole, dudo si darle simplemente las gracias mientras vuelvo a perderme en el mapa de calles torcidas.
Pienso en quedarme parada delante de él sin decir nada.
Es curioso, que una mirada recíproca de 2,3 segundos arranque tantas acciones en la cabeza. Lo más curioso, es que la otra persona jamás imagine dónde está mi cabeza durante esos segundos.
Finalmente paso de largo y subo la calle, estoy cerca de la zona de Tribunal.
Me asaltan recuerdos.

En realidad sé hacia dónde voy.

Simplemente quiero perderme antes de llegar.

Para pensar, cruzarme con Jorge Drexler o con mi amigo de la infancia, mi mejor amigo, que hace tanto tiempo que no veo.
O contigo, por ejemplo.
Quizás te vea sentado en un banco leyendo... o por el reflejo de un cristal llevarte el cigarrillo a la boca. Quizás me pare frente a un escaparate que muestra unos zapatos rojos terribles y te vea reírte de ellos.

Me divierte la situación. De ir a buscarte sin que lo sepas. Pienso que voy a vivir el instante poco a poco, que soy yo quien dosifica esta vez, que antes de encontrame contigo hay millones de momentos perfectos.
Camino hacia el tercer banco de la calle. Es una calle bastante amplia, estoy segura de haber pasado por ella mil veces, me pregunto porqué nunca me habré sentado en este banco...
Abro uno de los libros que llevo en la mochila, retiro el marca páginas con una foto de Andy Warhol en gabardina con gafas oscuras y lo mordisqueo. Warhol a merced de mis dientes.
Tengo tiempo para contar los zapatos que asoman por debajo del libro amarillo que sostengo entre las manos o para adivinar quién se ha sentado a mi lado.
Puedo hacer cualquier cosa.
Entonces aterrizo en la página 43:

"[...] Hace siete años se produjo casualmente en el hospital de la
ciudad de Teresa un complicado caso de enfermedad cerebral, a causa
del cual llamaron con urgencia a consulta al director del hospital de
Tomás. Pero el director tenía casualmente una ciática, no podía moverse y
envió en su lugar a Tomás a aquel hospital local.
En la ciudad había cinco hoteles, pero Tomás fue a parar casualmente
justo a aquél donde trabajaba Teresa.
Casualmente le sobró un poco de tiempo para ir al restaurante antes de
la salida del tren.
Teresa, casualmente, estaba de servicio y, casualmente, atendió la
mesa de Tomás.

Hizo falta que se produjeran seis casualidades para empujar a Tomás
hacia Teresa, como si él mismo no tuviera ganas.

Regresó a Bohemia por su causa. Una decisión tan trascendental se
basaba en un amor tan casual que no hubiera existido si su jefe no
hubiera tenido la ciática hacía siete años.
Y aquella mujer, aquella personificación de la casualidad absoluta yace ahora a su lado y
respira profundamente mientras duerme. [...]"


Un sonido interrumpe la lectura. Levanto la vista. Me vibra el teléfono en la pierna derecha. Lo saco del bolsillo y en la pantalla, un número desconocido, casualmente, con el prefijo de mi ciudad.

- ¿Sí?

Sonrío. Hace un día perfecto.

jueves, 9 de abril de 2009

The Man with the Movie Camara



- ¿No lo entiendes? Ya se ha hecho todo, ya está todo inventado, mira esto... Es del 29, del jodido 1929!

- Es demasiado... Estoy...

- Hoy día tenemos ordenadores, tecnologías, un click basta para unir un plano y otro, pero en el 29, sabes cómo lo hacían? Cogiendo unas tijeras, cortando la tira, poniendo un trozo detrás de otro, manualmente, con celo o.. vete tu a saber...

(Silencio)

- Me está subiendo el chupito de Tequila ahora... Venga, haz una improvisación

- Jajaja.. Que va tío, no puedo concentrarme en la guitarra con esto delante, me estoy atrapando... eh, dale volumen.

- Si.. Dios, ¿cómo puede hacer eso ahora?

- ¿El qué?

- Joder, este cambio en la música... en el 2´28...

- Oye, voy a...

- apagar la luz, sí, perfecto.






Dziga Vertov, poesía en imágenes, al menos eso es lo que a mí me evoca.
Mil disculpas a los vecinos de arriba, de abajo, de la derecha y de la izquierda,
y gracias, David, por derramar cera conmigo en el suelo, por bailar cerca de un fuego hecho de velas, por no decirme que estaba demasiado alto, por hacer de mi habitación un lugar para no moverse.

miércoles, 1 de abril de 2009


Él desde Ella

Ella desde Él.

G.

Desde una absurda mesa
en el café de la esquina
me gustan los acordes tristes
de una voz olvidada
las estúpidas preguntas
que escapan de una boca al final de la barra
y no lo son tanto.
Mil recuerdos se desprenden de
una sola palabra
en mi oído derecho.
Lo único que me llena
es la sensación que produce
el insignificante hecho de alargar la mano
y rozar tus párpados
cada vez que nos vemos
invadir tu aroma
aunque sea durante un instante
lento e insignificante.


Necesito meter la piel en agua hirviendo
Y olvidar el resto.