sábado, 25 de octubre de 2008


En realidad, ya no importaba quien fuera ella o quien se sintiera, porque su vida era un constante cambio, un desequilibrio en movimiento buscando el centro. Lo notaba cada vez que abría el frasco de colonia abandonado en el armario, y el olor a pasado le impregnaba el olfato, o cuando encontraba, por casualidad, restos de recuerdos al fondo del cajón. Ella había cambiado y era inevitable. Al mismo tiempo se sentía entera. Entera y a veces, sin saber qué decir o qué pensar…

4 comentarios:

Mario Fizzio dijo...

mientras te reconozcas...
(con o sin espejo),
nada estará perdido.

dijo...

pero siempre la misma a pesar de los cambios. La escencia es algo que queda...
mil besos

Noviembre dijo...

No sé qué decirte que no suene a lo que te digo siempre... me gusta...

Mantente firme, entonces siempre reconocerás el reflejo... quizás sentirse al otro lado del Atlántico no sea del todo malo...


Un beso

Noviembre dijo...

¿he dicho ya lo mucho que me gustan tus fotografías?