viernes, 4 de diciembre de 2009

Hay relojes que se apagan en los cuerpos
con la única certeza del tiempo avanzando
en el movimiento exacto de la luz.

Cae la noche y se vacían
sin prisa
en un temblor simultáneo de arterias.

2 comentarios:

Ciudadano B dijo...

Cada vez que un reloj se apaga, lágrimas resbalan.

El tiempo se nos acabará algún día. O todos los días.

(Encuentro cierta conexión entre lo que escribes y ciertas circunstancias que me rodean recientemente).

Besos. Por la compañía.

Anónimo dijo...

Sí...