viernes, 30 de octubre de 2009


Dialogo con mi cuerpo
qué parte
se rendirá primero

Soy estatua muda que avanza
incrédula de las palabras
todas
y del mundo que proyecta la retina.

No me siento,
Papá.

Lamento mucho ser sólo charcos que observan,
y consumirme a la velocidad con que recuerdo.

Me equivoqué tanto,
Papá.

Despierto y trato de ubicarme,
acerco mi cara al espejo para
comprobar
que estoy despierta.

En mi cuerpo hay algo que
aún palpita
cuando miro alrededor
Horrorizada

Los árboles
las plazas
los niños

Y comprendo que
todo está en movimiento todo
continúa como hizo ayer

como hará mañana

Y yo, estatua muda
me pregunto

Quién permite éste descaro

cómo es posible que
acepten
la ausencia el vacío que se crea

y por qué

no están llorando

lunes, 26 de octubre de 2009

Agartha


Antecedentes:

1. Despierto /miro por la ventana

2. Estoy sola en la ciudad /me muevo por impulsos

3. Tengo ganas de jazz /Abro la guía página cientonoventaysiete

4. Me pierdo buscando entre la gente /Me tomo un café me siento en una plaza

5. Callejeo huelo intuyo / giro una esquina / no hay reloj en mi cabeza

6. Músicos en una terraza tocan jazz / hago una llamada

7. Un reloj astronómico capta 100395 miradas / entre las cuales está la de un bebé perplejo y un perro muerto de hambre

8. Tengo ganas de jazz / Tengo poco dinero

9. Vagabundeo rincones / Camino por una alfombra roja que desaperece escaleras abajo

10. Tan sólo estamos los músicos y yo

11.



viernes, 23 de octubre de 2009

Helios




Cómo sonaríamos dentro de tu pecera
(...)

A G.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Sin nombre

La persona se diluye
se extingue
y sólo quedan adjetivos
que nos definen
y separan

Me pregunto, entonces:
quién decide el valor
de una palabra

Conocí una persona, decía
"Yo no soy crítico,
soy poeta"

Parecía que se elevaba más arriba del cielo
y después del cielo, mucho más
parecía sentirse mundo hombre historia
al pronunciar con la boca
la inmensa palabra:
poeta.

Y yo sin entender
todavía,
dónde está la línea que nos discrimina
sin saber
qué es poesía
dónde se coloca ésta coma éste verso ésta palabra dónde
el final de nosotros

Y me dice, no
ésto, no es poesía,
y tú,
nunca escribirás
poesía

aunque escribas
sangrando,
gritando o muriendo
tu propio centro

viernes, 2 de octubre de 2009

¡Guau!

I
Mi vecina y su perro, o mejor dicho, el perro y mi vecina, -me siento incapaz de averiguar cuál de los dos tiene más de humano y más de canino- llaman a la puerta de mi casa y, ésta o esto, se topa de frente con unos ojos azules que han contemplado el mundo más de cincuenta años.
Tras un breve shock por el inesperado encuentro, y sin importarle lo más mínimo las canas de quien le escucha, ni el cansancio propio de la hora en que llama, irrumpe en la estancia y estalla en ladridos y el perro, que le mira con cara de vergüenza, agacha las orejas bajo sus pies e imagina el feliz mundo de perrilandia, donde las correas en el cuello y los gritos y azotes despiadados de una energúmena en bata están prohibidos, donde nadie es dueño de nadie, donde escapar de aquella prisión-pocilga que se proclama casa es más un deber que un derecho.

II
Alguna vez la he vuelto a ver. No es que quiera, es que vivimos en frente. Nos separa un pasillo finito y cada vez que nuestras puertas se abren en el mismo preciso instante – por si veinticuatro horas contuvieran pocos instantes – me mira con desgana, arrastra a su perro hacia el ascensor y muerde palabras entre los dientes hasta que la propia naturaleza del ascensor le hunde cuatro pisos más abajo.

III
Desde entonces soy sorda, ciega y muda.