Fue en ese lugar, en ese instante y bajo aquella débil luz, donde decidió pararse en seco y romper a llorar. En realidad no era tristeza lo que sentía, ni siquiera nostalgia.
No.
Era más profundo que todo aquello. Era lo más profundo de ella.
Había caminado toda la acera evitando miradas. Concentrándose, únicamente, en la punta de sus viejos zapatos, y de vez en cuando, en las manos que se cruzaban con las suyas sin rozarlas. Sólo pasaban cerca.
Caminaba, también, con la extraña certeza de haber perdido algo.
¿Cuánto tiempo había pasado desde aquel día…?
Le costaba recordarlo. A juzgar por sus canas, sus labios arrugados y su memoria desgastada, debían haber pasado muchos años. Quizás más de los que ella hubiera querido…
Y ahí se encontraba, otra vez, quizás por última vez.
Escena 76547654
Hace 3 años
4 comentarios:
tuve la suerte de ver a sigur ros en directo en la rivera aun se me ponen los pelos de punta¡¡¡
sobre todo cuando cantaron hopipolla
visita mi blog si quieres/puedes:
republica libertaria de las tortugas
el otro día volví a la noción del tiempo, y recordé cuanto tiempo habia pasado de aquel día, y ufff mejor me vuelvo a perder la noción del tiempo.
en que bello sitio he acabado, un gusto pasar por este café.
salut!
Yo también llóro en las calles.
M*
Time...
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