Súbitamente había olvidado todas las cosas que le preocupaban, y eso que, en el instante en que digería esos pensamientos mientras conducía a casa, escuchando las palabras que pronunciaba lentamente en su cabeza, una a una, le parecían importantes. Y se encontró a sí misma fumándose el enésimo cigarrillo de la noche, contemplando la casa vacía de pie en medio de la sala, descalza, tratando de recordar qué había sucedido para que, sin pensarlo, sin ella quererlo, rompiera a llorar al cerrar la puerta tras de sí. Vagó por la estancia del mismo modo que había estado conduciendo, como autómata, su cuerpo lejos de ella, ceniza cayendo despacio sobre los pies desnudos. Y aquel silencio que la rodeaba. El silencio que obliga a uno a escucharse por primera vez después de mucho tiempo. Y entonces, recordó. Una a una.
Ocells
Hace 1 año
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