Silencio. Una mano se alza al fondo de la sala. Sorprendidos se encuentran pares de ojos. Las bocas susurran, cerca, muy cerca de los oídos.
- ¿Sí?
Silencio otra vez.
Agudo, estridente, molesto.
- Disculpe, ¿a qué hora dijo que podíamos irnos?
El Café Cinema existe, en una calle perdida de Berlín. En ese lugar las páginas dejaron de ser blancas. Y algo cambió.
3 comentarios:
sencillamente...
GENIAL
(muy tu)
:)
besos (muchos)
Venga hombre que tenemos el culo cuadrao... XD genial besitos
Fui testigo más de una vez de situaciones así. La sesión de preguntas y respuestas al final de una mala conferencia o de una tediosa clase, se reume al "hey. ¿ya podemos irnos de aquí?". Eso si, en el inter hay un suspenso estilo Hitchcok, Hickory Dickory Clock. Saludos.
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