Perdona que no te haya escrito antes pero, te prometo que he estado leyendo tus correos, a parte que cuando preguntabas algo de mi, rapidamente te contestaba papá.
En cualquier caso, te cuento lo mismo con mis palabras, que no será lo mismo.
La casa está muy silenciosa sin ti.
Por ejemplo, la habitación de al lado, está rarísima sin tu música
-aprovecho para decirte que deberías escuchar más Pink Floyd y menos Beyoncé- y, aunque ahora mismo me pueda imaginar perfectamente ése sonido y tu voz cantando al otro lado del muro, o el teléfono preguntando por ti a todas horas, o el beso de la frente de cada vez que vuelves y te vas, aunque pueda imaginarlo, no es lo mismo.
Porque desde que tú no estás, parece que nos hubiéramos desestabilizado (como si faltara una pata de la mesa), y lentamente nos vamos alejando, mamá y yo, papá y yo, yo del mundo, y al final, orbitamos solos, tan lejos que nuestras trayectorias no coinciden, y entonces pienso que tú eres la razón por la que pudimos volver al inicio, intentarlo, ser mejores.
Esto es lo que pasa cuando tú no estás. Y ahora, con el silencio de éste cuarto y de la casa, me arrepiento de haberte dicho que bajaras la música, me arrepiento de no haber abierto más veces la puerta de tu cuarto.
Así que, sí, te echo de menos.
1 comentario:
A todo se acostumbra uno aunque el silencio siempre pese...
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