Yo le conocía. Habíamos ido a la misma clase de pequeños. Nos colocaban por orden de lista, y todos los años nos sentábamos al lado.
Al lado.
A veces, pero sólo a veces, se me borra su perfil. Me pregunto cuántos terminaré olvidando con el paso del tiempo. Me asusto.
A mi abuela le dan miedo las tormentas y le encanta cocinar cantidades industriales de comida para todos, todos sus nietos.
Algunas noches cena sola con otro plato frío sobre la mesa.
“Y fuimos a comprar el pan, yo tenía 11 años, no me acuerdo.. De pronto, la gente empezó a correr, y había humo… Creo que había explotado una bomba en la panadería. Yo tenía mucho miedo. Al día siguiente, a algunos les habían dado el paseíto. Nosotros nos asomábamos a la ventana, y observábamos a otras niñas comunistas pasear con nuestra ropa (…) ”
Mi abuela es la persona más generosa del mundo.
Pero ahora, mi memoria intenta dibujar el perfil de Alberto, y no puede. Recuerdo, pequeños detalles; tenía hoyuelos en ambos lados de la cara y la piel suave. Y unos ojos azules increíbles. Siempre sonreía.
Teníamos 15 años, probablemente, la última vez que nos vimos.
Muchos años después, nos volvimos a encontrar toda la clase. Frente a la Iglesia de mi colegio. Cuanta, cuantísima gente de pie en silencio. Cuántas vidas para una sola vida.
Algunos amigos esperaban fuera de la Iglesia. Decían, que no entraban porque no creían en Dios.
Lloraban.
(..)
5 comentarios:
Mi abuela, que en paz descanse, no se caracterizaba por la generosidad lamentablemente. Suerte.
Dificil momento, que triste y quejunbroso
Escogiste mal sitio para leer poesia yo no soy poeta simplemente me jodo un poquito cuando me aburro. Y cuando me aburra otro poco prometo pasarme por aquí y a ver que tal este blog ahora me vence el sueño. Un saludo.
No es justo, señora-dueña-del-café, que lo sepa.
No es justo que nos tenga sin cafés durante una semana...
Los hay que somos café-adictos.
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